Una interpretación musical -una cualquiera- tendrá siempre cierto contenido de material compositivo y cierto contenido de improvisación. La proporción de ambos componentes dependerá en cada caso del estilo musical, del compositor o del intérprete. En la ejecución de una pieza clásica, por ejemplo, la proporción de material compositivo es usualmente abrumadoramente superior a la de improvisación; no obstante, hay cierto margen para que el intérprete aporte su toque personal en la ejecución: una sinfonía de Beethoven tiene un partitura clara y definitiva, pero no suena igual en todas las orquestas.
Se han indicado anteriormente que una de las características del Jazz es la preeminencia de la improvisación sobre la composición, de ahí que una interpretación de Jazz contiene generalmente más material improvisado que compuesto. No obstante en esto, como en todo, hay grados. Dentro del Jazz ha habido estilos y épocas en que la composición ha tenido más o menos presencia; incluso dentro de un estilo o época predeterminada cada intérprete puede caracterizarse por su mayor o menor aprecio por el material compositivo.
Esto se ve muy claramente con unos ejemplos (o eso espero). El punto medio, la proporción más común entre material compositivo e improvisado, se da probablemente en el Bebop. Una partitura para interpretación Bebop (de las que se recogen en los denominados habitualmente fake books) se reduce generalmente a algo así:
Ninguna interpretación real de este tema se ceñiría estrictamente a lo recogido en esta partitura. Sería demasiado breve y simple. La partitura recoge solamente un resumen de la canción: su secuencia de acordes y su línea melódica. A la hora de interpretarla, lo habitual es:
1. Empezar tocando la melodía original (la indicada en la partitura) con pocas o ninguna alteración. En algunos casos, cuando la línea melódica es muy breve, se puede tocar más de una vez. A esta sección del tema se le suele llamar en inglés head.
2. Uno o varios solos consistentes cada uno de ellos en cierto número de vueltas completas sobre la secuencia de acordes. Los solos se suelen ir decidiendo sobre la marcha según las indicaciones del líder.
3. Se termina tocando de nuevo la melodía original, quizás con más alteraciones que al principio y quizás con algunos cambios en la estructura o en la armonía para conseguir un buen final.
Para ilustrar esto, escuche la siguiente interpretación del tema reproducido en la partitura anterior y compruebe que funciona según el esquema indicado a continuación:
- [0:00 - 0:17] Melodía original, interpretada sólo con piano, una vuelta.
- [0:17 - 0:50] Melodía original, interpretada por toda la banda, dos vueltas. Cuando la melodía original es muy corta (como en este caso, sólo 16 compases) es habitual tocarla un par de veces.
- [0:50 - 2:29] Solo de Charlie Rouse al saxo, seis vueltas.
- [2:29 - 4:37] Solo de Monk al piano, ocho vueltas. En las tres últimas la ejecución va adelantando el sólo de contrabajo, tocando de forma progresivamente más dispersa para evitar una transición muy brusca (el contrabajo llena mucho menos que el piano).
- [4:37 - 5:55] Solo de Larry Gales al contrabajo, cinco vueltas.
- [5:55 - 6:40] Solo de Ben Riley a la batería, tres vueltas.
- [6:40 - final] Se sale tocando de nuevo dos vueltas de la melodía original por toda la banda.
Una interpretación como la anterior es probablemente lo más habitual en el Jazz, como queda dicho. Pero cada intérprete aportará, de forma característica, su toque personal incorporando más o menos material compositivo. Por ejemplo, considérese la siguiente interpretación de Nostalgia in Times Square de Charles Mingus:
El planteamiento general y la estructura son similares a los del anterior, pero los cambios de ritmo en 2:07, 2:48, 5:13 y 5:52 tienen que estar decididos de antemano por los miembros de la banda, es imposible coordinar sobre la marcha a varios músicos para hacer eso. En este tema, Mingus ha decidido detraer parte de la improvisación e introducir algo más de material compositivo.
En general -aunque no siempre- cuantos más músicos participen en la interpretación más relevancia suele tener el material compositivo. En una interpretación de Swing, por ejemplo, el número de miembros de la banda suele ser elevado; pero además es común que varios músicos toquen coordinadamente para construir armonías mediante instrumentos de viento (estos instrumentos son meramente melódicos, por lo que hacen falta varios para tocar un acorde). En estas situaciones se improvisa poco simplemente porque es imposible, limitándose la improvisación a solos breves previamente acordados por la banda.
Es cierto que en el Jazz primitivo de Nueva Orleans se practicaba la improvisación colectiva de bastantes instrumentos de viento, pero no hay contradicción con lo indicado en el párrafo anterior: el Jazz de Nueva Orleans funciona porque cada instrumento improvisa melódicamente (sin tratar de construir armonías con otros miembros de la banda) y generalmente limitándose a introducir variaciones muy sencillas sobre una melodía prefijada. Esto da lugar al típico sonido de Nueva Orleans, con melodías reconocibles pero tocadas de forma suelta, alegre y algo caótica.
En el extremo contrario, algunos estilos posteriores al Bebop apuestan por reducir al mínimo la cantidad de material compositivo, aunque generalmente algo tiene que haber, aunque sea un mero acuerdo sobre el aspecto general de la interpretación y el papel que va a adoptar cada instrumento para evitar que aquello se convierta en un batiburrillo ininteligible. En Bitches Brew, de Miles Davis, el disco que de forma más o menos unánime se considera como iniciador del Jazz Fussion, sorprende a ratos la cantidad de instrumentos que se oyen sin que se pisen unos a otros ni produzcan sensación de desorden.
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