domingo, 30 de octubre de 2011

Teoría del Jazz (7): consonancia y disonancia

[Para otros artículos de esta serie: consulte el índice]

Al hablar de las escalas musicales y la afinación pitagórica establecimos que las notas de la escalas diatónica y cromática se definen merced a relaciones matemáticas simples que las hacen coherentes entre sí. Esta selección de las escalas asegura la consonancia de las notas desde un punto de vista físico.

Pero además existe también una consonancia de origen cultural y por tanto convencional. Aun manteniéndonos dentro de la escala diatónica hay intervalos que se consideran muy consonantes (el de 5ª y el de 3ª) y otros que lo son menos; el de 4ª, por ejemplo, sobre un acorde mayor se considera bastante disonante y se tiende, inconsciente o expresamente, a evitarlo en ese contexto armónico en muchas interpretaciones. La cuestión es que si algo nos suena mal evitaremos su uso, y si no lo usamos a menudo nos sonará mal. El carácter disonante de una construcción musical, por tanto, viene fundamentalmente del hecho de que no suele usarse en la música que escuchamos habitualmente. Lo disonante lo es sólo en cierto esquema cultural, en cierta tradición. La música Blues, por ejemplo, es muy disonante en atención a las reglas clásicas de la armonía; sin embargo no nos lo parece, y ello es simplemente porque se trata de un estilo al que estamos muy acostumbrados, forma parte de nuestro contexto cultural.

Siendo objeto cultural, la disonancia será también objeto de modas. En la música avanzada contemporánea (Jazz, música académica) se utilizan construcciones que en la Edad Media podrían haber sido objeto de excomunión (como por ejemplo el intervalo de tritono, denominado en la edad media diabulus in musica). En general, a medida que avanza la música se van admitiendo y generalizando construcciones que antiguamente han sido calificadas como disonantes. 

Levine, en su The Jazz Theory Book dice que "la historia de la música en el siglo XX es la historia del uso creativo de la disonancia", porque en realidad no se trata tanto de que construcciones otrora consideradas disonantes se consideren consonantes en la actualidad. Lo que ha cambiado es la aceptación misma de lo disonante, que ya no se considera algo negativo: las construcciones musicales pueden ser consonantes o disonantes de la misma manera que pueden ser densas o dispersas, regulares o sincopadas, etc. La disonancia es sólo un elemento más que el músico puede introducir en sus creaciones. Y es un elemento usado extensivamente en el Jazz.

Como cualquier otro elemento creativo, sólo hay que saber usarlo. La única limitación en la aplicación de la disonancia, lo único que hay considerar en su uso, es que una construcción disonante que se escucha de forma aislada o distinguida (por ejemplo, al final de una composición o de una sección bien definida de ella), va a dejar en el oyente una sensación de "aquí hay algo que no está bien". Esto no es necesariamente malo, el compositor puede recurrir a ese recurso si lo estima conveniente; pero si no es eso lo que se pretende, la disonancia se resuelve rematándola con una construcción consonante que la siga y le quite su carácter prominente. Tan sencillo como eso.

Asumiendo lo anterior, la disonancia tiene dos efectos muy interesantes:

1. Aporta frescura y tensión -interés, en suma- a las interpretaciones musicales. La disonancia es algo que el oyente no espera: en un contexto general armónico el oyente, sin saberlo, espera que cada nota que viene encaje en el mismo contexto. La inserción de notas que se salen atrae inmediatamente la atención.

2. Cuando la disonancia introducida se resuelve de forma lógica y fluida en la consonancia que la remata, se aporta a la música un toque de coherencia, inteligencia y sentido de avance imparable. Este juego de tensión-resolución es una de las técnicas aplicadas extensivamente en el Jazz, tanto en los solos como en los acompañamientos.

(Las composiciones de Thelonious Monk son quizás el mejor manual sobre la práctica de la disonancia, con construcciones incómodamente tensas que se resuelven espontáneamente en hermosas armonías. Un ejemplo: Light Blue; aquí la secuencia de acordes desnuda y aquí una interpretación en directo.)

Muchos temas del Jazz incluyen en su composición artefactos de tensión-resolución; y aunque no sea así, al admitirse bastante libertad en la interpretación, el ejecutante seguramente va a introducirlos sobre la marcha. Esta es la esencia de la improvisación armónica. Todo esto se verá con más detalle más adelante.

[Para otros artículos de esta serie: consulte el índice]

No hay comentarios:

Publicar un comentario