En Venecia he estado dos veces, y me prometo a mí mismo que serán muchas más. La última -de momento- durante la semana del carnaval. Hay ambiente festivo, con conciertos y otros actos multitudinarios en la Piazza San Marco y alrededores, pero nadie espere encontrar un carnaval parecido al que practicamos por aquí, ruidoso, chabacano y esperpéntico. Aquel es más bien solemne, cosa que a mí no me va mal; pero sobre todo, es un paraíso para los aficionados a la fotografía. Ese y no otro es el motivo de esta entrada.
Habitualmente vuelvo de un viaje largo con una o dos fotos que merezcan la pena; de Venecia he vuelto con una decena, todas ellas de figuras enmascaradas. Realmente los trajes y el ambiente lo ponen fácil, motivo por el que estaba aquello lleno de fotógrafos profesionales (el equipo y las maneras les delataban). De las fotos que hice, mi preferida es ésta:
Estaba cubierto y la luz era cenicienta y difusa; muy mala a priori para la fotografía que suelo practicar. Sin embargo jugaba bien con el traje de este enmascarado (con una luz dura sería muy difícil reproducir la textura satinada de la tela) y con el aspecto sucio y desaturado del suelo y los soportales. Creo que completa la foto el ambiente extraño que sugiere un enmascarado en completa soledad... y eso fue realmente lo más complicado, porque hacer que la Piazza San Marco aparezca desierta en plena semana de carnaval es prácticamente un milagro. Por lo demás, la foto salió sola: enderezar y recomponer un poco, cierto ajuste de contraste y nitidez y lista.